UNA SEMANA AL DÍA
Una semana al día, un mes a la semana, un año al mes
es necesario limpiar, “hacer la casa”.
Es un proceso
rutinario, si no quieres que tu hogar se parezca al de Amou Haji
si es que este
señor iraní lo tuviera. Si nos dejaran
solos, tal vez llegaríamos a ese “honor”, pero nuestras mujeres se
empeñan en que dejemos la casa más limpia que el despacho de Grissom.
Antes, en el pasado más machista, las mujeres
ocupaban ellas solas el Organigrama de la limpieza: dirigían, planificaban y
ejecutaban. En estas nuevas épocas del
2.0 aunque no han abandonado tan honorable empresa, han diversificado
las tareas dejando para nosotros la parte ejecutora, más que la ejecutiva, quedándose con la dirección, planificación, y ampliando
sus competencias en labores de control, verificación y penalización.
Y ha llegado a ser mi segunda ocupación, bueno, por
tiempo dedicado la primera, por destreza vamos subiendo puestos.
Y vosotros pensad, después de las funciones fisiológicas
que todos sabéis; respirar, comer,…etc. (Las Sombras esas famosas no cuentan,
que eso es ciencia-ficción), la tarea que más hacemos es limpiar.
¡Qué tiempos aquellos! Cuando la hombría se medía
por la camisa desabrochada, al aire la pelambrera, cigarro entre los labios,
eructo, rascadera de “güevos”, tarde de partida y “reposo del guerrero”.
En un principio, cuando la modernidad nos llamó a
estas actividades, lo hacíamos bajo mandato impositivo y, además quedaba muy bien en las reuniones
de matrimonios jóvenes.
¡Qué error el nuestro! Nos vanagloriábamos entre los
otros matrimonios, de lo bien que hacíamos las tareas del hogar, de cómo nos iniciábamos en el noble arte de la
cocina, y pasamos de darnos vergüenza, a comentar, si era mejor limpiar el polvo
antes de barrer o después.
Ahora, ya no nos lo impone nadie, nosotros solos,
estamos concienciados de que es necesario hacerlo, y de una manera sistemática iniciamos la labor.
Ponemos sobre la encimera, cada producto limpiador a manera de batería
antimisiles, el bote anti-polvo, el desinfectante del baño, el desengrasante de
la cocina, el del parquet, el de la mopa, el lustrador de los metales, etc. Y ¡SEÑORES!
¡A cada bote, le corresponde un trapo distinto!
Nosotros los más avezados lo sabemos, pero cuando eres un novel en esto del
lustrar, y usabas un trapo para todo (con fines ahorrativos) te encontrabas en
la mesa de la cocina “unos ricitos ensortijados”
que te inculpaban.
No lo sabes, nadie me lo explico. Mi madre ni me
dejaba acercarme porque pensaba que un
ligero roce con esos productos “tan tóxicos” podían convertirme en un ser desviado,
(MARICÓN)
Y ahora, “LA MALVADA NUERA” (La de mi madre) nos “enciende
el candil”
No quiero desviarme del tema valgan estas pequeñas consejos a manera de tutorial
para despabilar a los no iniciados
Tres maneras
son las que imperan a la hora de realizar el noble arte del “mocho” bayeta,
escoba (aspiradora 2.0). A saber:
1.- Longitudinalmente: Se utiliza cuando el tiempo
entre tu trabajo y la hora de dormir es corto, sirve para dejar la tarea para
otro día.
Debes llevar los utensilios de
limpieza contigo (FITNESS); botes,
trapos, mopa, cubo y mocho, se hace habitación por habitación corriendo los
muebles y fregando por tramos, en cualquier momento, cuando las fuerzas te
fallen puedes dejarlo, CONSEJO: Intenta que el dormitorio te toque hacerlo
cercano a la hora de dormir, ahorraras desplazamiento
2.- Transversalmente: Se utiliza para fines de
semana, los utensilios se colocan por orden de uso en la cocina, cada uno al lado
de su trapo, ventanas abiertas, tú, el ejecutante, con chándal, zapatillas y
cascos al oído (RUNNIG).
Si señores, es necesario escuchar música, una música
con ritmo que incite a la limpieza
No, no vale El Verano de las Cuatro Estaciones de
Vivaldi,
El cine a través del Gran Dictador (¡Qué ironía del
destino!) no enseña que la Danza Húngara
nº 5 de Brahms es idónea para las tareas
del hogar, aunque ya solo me faltaba depilar el bigote a mi mujer (Ella no me
lee).
Yo, “sin en cambio” prefiero la de GuillermoTell. Obertura. G. Rossini. Para lo menos melómanos, os diré que es la banda sonora del Llanero Solitario, que en definitiva, es en lo que nos hemos convertido.
Bote limpia-polvo y trapo correspondiente y a ritmo de la cabalgada del Llanero y su caballo Silver, limpiamos. (No olvidaros de los rodapiés y de los cantos de los cuadros, que esos acumulan mucho polvo) el total de la casa. Volvemos, dejamos uno y cogemos el siguiente, limpia cristales, misma operación, repetimos con limpia-muebles, espray para el baño, y rematamos la tarea pasando el mocho (podría entrar en detalles, pero no es el objetivo de hoy), hemos sudado, hemos hecho ejercicio, y le hemos dado tiempo a nuestras mujeres a ir al Gimnasio o a echar la partida de Chinchón con las amigas.
3.- Selectivamente. Denominación un tanto subjetiva. Esta operación no debe realizarse siempre, solamente cuando la amada se ha ido de casa y además hay futbol en la tele. Para no extenderme, existen muchos trucos para que parezca y no sea. Debemos limpiar las pelusas de las zona de paso, para no tropezar, el polvo lo quitaremos donde sea más visible por el trasluz de los rayos del Sol, otro muy utilizado es cambiar de sitio ciertos utensilios que tienes seguro que tu esposa utilizará (ejemplo: si las gafas de ver de cerca tiene por costumbre dejarlas encima de la mesilla, tu pónselas dentro del cajón, para que crea que las has cambiado al limpiar). Perfuma bien la casa, y mancha mucho los trapos. (El vierteaguas de la ventana es un buen sitio para hacerlo, en poco espacio conseguirás engorrinar muchos trapos)
De todas maneras, por mucho que nos esforcemos, quedaremos por unos fracasados, y este relato, lo demuestra: “ Es un pensamiento de gente venida a menos”.
Al final, ellas preferirán al hombre que las quite de trabajar y que gane lo suficiente para pagar a un@ señor@ de la limpieza. Y si no, preguntar
UNA SEMANA AL DÍA - (c) - Gil Blof Heces